Se ha convertido en una cárcel.
Los niños huérfanos de guerra, viudas por atentados, víctimas mutiladas por minas antipersona, payasos drogodependientes sin vida ya por vidas de odio e inconformidad, destino o mala suerte, también los que tienen la mente enferma.
Todas sus almas están aquí, y yo, en el centro de la plaza; me quedo mirándolos sin ningún tipo de reacción. No sé sentir.
Y lo peor, todos vienen y se van, son los mismos iconos, pero nunca las mismas almas... Se suelen ir con la luz; la luz que da una sonrisa, Dios, pastillas para no pensar o por sus propios métodos. Pero yo no.
Yo no tengo luces, ni sonrisas, aún menos Dioses, siempre pienso, y los métodos son para necios.
Ésta es mi cárcel y aquí seguiré encerrado.
"Cada vez son más tristes las canciones de amor."