Rimas.

Tranquilidad y realidad,
luchan todo el día.
Con la vanidad e inutilidad,
de intentar que ría.
Y con la decrepitud de mi actitud,
que lucha por vivir.
Con la fuerza de un alud y cero salud,
intentar resistir.

Que me debo apresurar para no asombrar,
cuando me dé muerte.
Y tengo que terminar para destrozar,
con mi mala suerte.

Y con ello permitir que me haga morir
lo poco que quiero.
Claro, debo resumir, y sin sonreir,
lo poco que siento.

Para por fin acabar sin resucitar,
por la eternidad.
A mí mismo asesinar, para siempre estar,
en la oscuridad.

Hm. Pensé que esto no iba a salir bien.

Felices 178, Rosalía.

Hora tras hora, y día tras día
entre el cielo y tierra quedan,
eternos vigías.
Como torrente que se despeña...
Pasa la vida. 

Y la tuya pasó,
y por eso lloramos por ti,
hoy, Rosalía.

Pero si tengo voz,
cada letra, va a quedar aquí;
y en planchas de bronce,
grabad su armonía.

Y por todo,
gracias y feliz cumpleaños.
Aunque llegue tarde, espero,
no causar ningún daño.

Y las pasiones, en su tumba,
y tus tristes y tus robles, que no se derrumban.

Y tu negra sombra,
a orillas del mar.
Y ese alma sola,
que medita; en el umbral.

Y que las palabras, siempre han sido poco, pero si hay audacia...
Espero que sirvan, las mías, las de éste loco, para dar las gracias.

Una copia, de otra copia, de otra copia.

Ya no quedan rimas para transmitir,
ni controlo nada de lo que voy a decir.

Porque la sed de alegría,
aprieta;
y en esta cárcel sombría,
aparece mi silueta,
y ya no sé si estoy muerto
o sólo en standby,
tampoco elijo buen momento,
pero es lo que hay.

Claro que comprendo,
las despedidas,
si con mi sonrisa, tus ojos vendo
y quieres ver mi vida.

Mi vida, y a mi yo de verdad,
podrido e insolente,
absorbido por la oscuridad.

Tus ojos, se atreven a mirarme,
y viendo debajo de mi coraza
es normal que todo te espante.

Y yo que intento solo atraparte,
pero no me quedan mordazas
ni nada para impresionarte.
Porque siendo nada,
nada seré.
Todo se lo llevará el viento con la pistola en la sien.

Perdonad mis desvaríos,
pero es que es pensar en vos.
Y sólo busco maneras de por fin decir adiós.

Mi sangre el papel (o en tu pantalla)

Intento concentrarme pero no me sale nada, sólo rolas a la muerte y al amor inexistente entre la luna y el poeta loco.

Sólo puedo pensar y escribir, y ninguna con claridad, sobre el puñal que fue rasgando cada poro de mi piel hasta reventar mis vértebras y matarme por dentro otra vez.

Así, y aquí; intento enseñarme de la manera más sencilla.

Pero eso da igual, solo sé que tengo que sacarte de mí por completo; lavarme la cara y el alma (si es que me queda), e intentar revivir un poco.

No te rías, solo he dicho intentar.

Cuerpo y mente. Todo vacío.

Aquí me hallo;
dialogando con la muerte,
muy menudo.

Nunca callo;
y recuerdo que por ti,
no doy ni un duro.

Que enseñar es ayudar
a recordar lo olvidado,
y no me enseñaste a hablar
sino a odiar ser a tu lado.

Y con pena por bandera
y un grupo de amargas dudas,
que aunque amargas, son muy puras,
bombas de mente caseras.

Y es hora de despedirme,
que cojo cuerda y no paro.
Que cuando cojo la linde,
al tonto que soy disparo.

Humo.

Vacaciones de andar por casa,
para niños sin memoria,
con, en su mente una noria
de ideas que les arrasan.

Y queman todo el frío hielo,
de las noches solitarias,
aliñan sosos silencios
pero en sus redes te atrapan.

Y todos los moralistas
que odian estas vacaciones
viven la vida con pistas,
con dinero y sin cojones.

Y marean la sopa boba,
los niños de mente rota.

Agarrados a farolas,
bendita o maldita droga.

Always.

Cubre mi boca de besos
y tú con la lengua bífida
rompe mi coraza rígida
con uno de tus excesos;
ya que sólo soy un preso.

Un preso de la locura,
que te traes en esa falda,
sin Dieguitos ni Mafaldas;
tú sólo encuentra la cura,
que deje de estar a oscuras
todo mi corazón.

Y con esta canción,
cambio mi posición,
de un experto ladrón...
De almas rotas.

Y mi vida en bancarrota;
que perdí.
Y el dolor, que ya se nota;
que es por ti.

Adiós.

¿Superando una crisis?
Bah, si ya no sé que tengo, aunque sé que más o menos es nada.

Y qué mala es la vida sin acordes, y con fiebre, insomnio y droga como Santos...
Y qué pena de todos los versos y rimas defectuosos que he echado a la hoguera hoy, los que he asfixiado y tirado al contenedor esperando que nadie los encontrara.

Y qué pena de vida ésta.
Y qué mal todo.
Y qué triste que cada adiós queriendo ser un adiós se convierta en hasta luego y nunca muera.

Jodido.

Hay un problema gordo aquí. No me siento vivo así, ya dejo de sentírmelo desde hace mucho. Pero ahora más. Si mi pena es tan grande que tengo que recurrir a la absurda prosa para intentar sacarla... Es que o pierdo facultades, o estoy verdaderamente muerto.

Entendedme, no soy un muerto de cementerio. Sólo soy un saco de huesos cada día más débil que ya no sabe ni por qué arrastra los pies todos los días.

Ya no me quedan por qués, con ellos se fue el sentido de todo, y yo.

El yo que había.

El que no va a volver.

El que sentía y cuidaba.

Pero a quién le importa.

Que el Diablo te coma los güevos y Dios no encuentre descanso.

Más vale diablo conocido
que otro dios por conocer.
Así que conóceme
y deja a dios olvidado.
Démosle todos de lado,
que la fe puede escocer.

A mí no me vengas con rezos,
ni iglesias para donar.
A mí dame un par de besos
y págame otra en el bar.

Conseguirás mis milagros,
de escribir mierda en papel.
Deja ya a dios y al diablo,
yo estoy aquí me puedes ver.

Y si existes, Dios.
Que me parta un rayo

Que así a lo mejor.
Ya muerto me callo.

Delirando.

Ojalá se pare el tiempo,
se pare toda la vida,
se pare el mundo, y la herida
se cure en un par de alientos.

Pero el tiempo no se para,
la vida sigue su andada,
y trabada por mi cuerpo,
que no deja ser eterno.

La eternidad de la muerte
ya nos cubrirá de polvo,
y ciegos, mudos y sordos,
tentaremos a la suerte.

Haremos una anarquía,
destituiremos a Hades,
ya mataré al Cancerbero,
Caronte naufragará.

Las muertes son todas mías,
los demonios con más clase
y acabaremos el cielo,
el mundo nuestro será.

Apocalipsis.

Música tus pasos en mi pasillo,
la falta de tus tornillos,
y mis dientes amarillos,
por el tabaco.

Dejad ya de dar por saco
con que mis drogas son malas
y mirad bien vuestras alas
bien quebradas al nacer.

Mientras yo sigo volando
observando ésta cloaca
donde va bien a las ratas
sin cerebro y con dos patas,
creen que van al horizonte.

Pero el horizonte es negro y en este mundo de escoria, yo ya de nada me alegro, con el rumbo de esta noria que se romperá al momento.

Vergüenza torera.

Joder con los putos brutos
que maltratan animales
y os creeréis que sois normales
por matar al de los cuernos.

Ay tradición de toritos,
el torero y sus delitos
con su espada ¡Es un tío duro!
Pero a ver si en esas plazas
cae una bomba que arrasa
y os vais a tomar por culo.

Que se llevan hasta el rabo
los tios del traje de luz,
de un pobre animal cansado
que reza por su salud.

Y que ojalá un cuerno de esos
se hunda en tu pecho y bye bye.

Hasta luego a un asesino
de los peores que hay.

A punta de navaja y besándola una vez más.

Lo perra que está la guerra,
la tralla de la batalla,
brota vida de tu herida;
y el humo que yo perfumo
con el ayuno que asumo.

Ayuno de corazón,
corazón desafinado,
corazón de letra amarga,
amarga penuria y larga;
como mi lengua.

Lengua afilada que duele mucho,
y como la trucha al trucho
te acuchillo por la espalda.
Que ya no quiero guirnaldas,
ni dinero pal cumpleaños.

Yo quiero ser el primero
y último en hacerte daño.