lunes, 8 de diciembre de 2014

La plaza del triste lamento.

Se ha convertido en una cárcel.
Los niños huérfanos de guerra, viudas por atentados, víctimas mutiladas por minas antipersona, payasos drogodependientes sin vida ya por vidas de odio e inconformidad, destino o mala suerte, también los que tienen la mente enferma.

Todas sus almas están aquí, y yo, en el centro de la plaza; me quedo mirándolos sin ningún tipo de reacción. No sé sentir.

Y lo peor, todos vienen y se van, son los mismos iconos, pero nunca las mismas almas... Se suelen ir con la luz; la luz que da una sonrisa, Dios, pastillas para no pensar o por sus propios métodos. Pero yo no.

Yo no tengo luces, ni sonrisas, aún menos Dioses, siempre pienso, y los métodos son para necios.

Ésta es mi cárcel y aquí seguiré encerrado.

"Cada vez son más tristes las canciones de amor."

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