Ya no quedan lastres que limiten a este loco, ni gritos tan fuertes que revienten la ventana. No quedan cristales explotando, ni un mañana que me asuste, si ya nunca me equivoco, ¿Cómo aprenderé? ¿Cómo perderé y prenderé fuego mi alma para que nazca otra de sus cenizas?
Quiero un abrazo infinito, y que la luz que rebosas pose su aliento en mi espalda, para que la piel que habito se haga menos asquerosa y cada aliento que guardas ya no lo guardes, ni loca. Ni tu boca esté enfadada más tiempo que el que la apartes de mí para respirar; no me quedan trucos raros, ya solo hay color y artes, muero por resucitar.
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