Revientan las olas ásperas
contra nuestro acantilado;
esperas que las aceras
entiendan lo que ha pasado,
pero no hay mentiras buenas.
Y vuestras feas calaveras
bailan a un ritmo cansado
de cansarse de más penas.
Leo y espero a tus ojos
que aunque me cuesten la vida,
la cosa sale barata.
Humo y corazones cojos,
se besan hasta la herida
buscando ser la salida
de su propia ley innata.
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