viernes, 4 de diciembre de 2015

Madrugada.

El cobre devora el sol.
Cansado de tanto alcohol
amanezco resacoso.
Y la hombría que hay en lo umbrío,
junto a mi cuerpo sombrío.
Amanecer peligroso.

Duermo y duermo, pero mira,
no descanso del tirón;
me despierto si suspira,
el diablo en mi colchón.

Y con cada gorrión,
que entona ante mis oídos
por cada día una canción,
por cada pena un millón
de besos correspondidos.

Después que el pájaro cante
con la fiereza del Ché,
me fumo un cigarro antes
de engrasarme con café.

Y ahora vienen las espinas
que clavan mi Miss Rutina,
agota la adrenalina
que me sobra de anteayer.

Salgo a la calle dormío,
casi muriendo de frío
y espero no haber perdío
el bus y a clase volver.

Por lo demás,
yo no existo.
No tengo as.
Pero listo,
estoy para cualquier guerra.
Aunque no con cualquier perra.
Y la rutina...
Me desafina.

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