domingo, 24 de abril de 2016

Camino al cielo. Capítulo VI: Domingo.

Como siempre, todo, puede significar muchas cosas, como la palabra domingo. Por lo general es el séptimo día de la semana, en el que Dios descansó y toda esa brujería, para otros es un apellido, o un nombre, para mí... Bueno, también significa un día, pero no se llama domingo solo por ser el séptimo.

Domingos son esos días en los que nada va mal, pero que sabes que nada va a salir bien. Son en los que si juego, pierdo; si canto, desafino; y si se me ocurre querer...

Domingos son los días en los que me pongo a recordar, en los que vuelvo al cálido rincón donde me sentía más grande que el universo, pero donde ahora no soy bienvenido, y los besos que llevaban mi nombre escritos a sangre ahora son vendidos a otro por comodidad.

Domingo son mis celos hacia cualquiera con metas, con una razón. La envidia insana hacia cualquiera que tenga algo por lo que seguir respirando, ya que yo solo respiro por miedo a lo desconocido en las pupilas de la muerte.

Domingo son las telas de araña negras y pegajosas de la depresión, que me atrapan hoy más que nunca; como todos los domingos; los pesos que cuelgan en mis tobillos y espalda, que no me dejan ser feliz. Y lo peor es lo que pienso en esa trampa, no soy nada, no valgo para nada, (no por ser yo, nadie lo hace), y en resumen, estaría mejor si no estuviera.

Pero bueno, todos los domingos todos estaríamos mejor si no estuviéramos.

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