Los caramelo, luceros.
Los que me guian, mis faroles.
Los que me dicen te quiero
y me dejan sin opciones.
Sin camino, sin salida,
sin ninguna escapatoria
me dispara tu pupila
y me lleva a la otra vida
de sonrisa obligatoria.
Y ahora último de la fila
en saber tratar con tacto;
al sentido me refiero,
porque de dos en el acto
saben que soy el primero.
Ni tengo abuela ni espejo, pero más duele no tenerte a ti.
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