Esto es una gilipollez, no voy a compartirlo más que con el blog y conmigo mismo.
Porque tengo algo pendiente por pensar.
Yo sólo he sabido ser dos cosas; Yo y Rubeno.
Todo el mundo conoce a Rubeno aunque nadie me conozca a mí, y si siempre le he necesitado ha sido para que a nadie se le ocurriese desafiarme, pisotearme, él es invencible y supuestamente eterno.
Pero cada vez siento menos de él en mí.
Cada vez soy más yo y nada me da más miedo.
Y, como mil veces, estoy en el laberinto.
Y sé que hay dos opciones, seguir siendo la máscara, que seguramente será la que elija, por mi cobardía; o puedo volver a ser yo, después de años.
Quizá esto sea tontería; las pastillas me están cociendo el cerebro, llevo dos desmayos en dos días y no me centro nada.
No lo sé.
Quiero volver a ser yo, pero creo necesitar ayuda, de esa que nunca viene.
Y acabaré ésta noche como acabo muchos de mis textos. La misma emoción y las mismas palabras.
La rutina.
Triste.
Y sólo.
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