Sangra y sangra,
va muriendo,
cascada,
de sufrimiento.
En mi pecho mil puñales,
mil veces más dolorosos
que los otros de la espalda.
Porque estos dejan señales
que puedes ver con los ojos.
Me quedo sin palabras,
otra vez.
Y como de dormir nada,
aquí seguiré.
Siempre sólo, siempre yo.
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