sábado, 8 de agosto de 2015

Realidad.

En mi cabeza llena de pájaros muertos ya no hay un ápice de salud, ni de esperanza, no queda nada de lo que fui.

Más sólo que Matilde Landa y más muerto que su historia sigue pasando el tiempo.

Para todos menos para mí.
Las furcias se arriman al calor de la noche.
Los faquires, como yo lo fui, siguen soportando la vida a ron.
El  aliento le huele a muerto al día de mañana.
Las baldosas que no llegamos a poner ahora son solo mías, y no hay con quien compartirlas.

No queda por lo que luchar. No existen banderas.
En el año 2015 sólo quedan pellejos que follan y fuman como si se lo merecieran.

Y yo aquí sigo, en las entrañas del infierno, soportando que no hay otra.

Y sufriendo a las furcias y sus caprichos.
Sufriendo a los faquires y sus pesadas quejas.
Soportando un mañana que siempre es igual que ayer.
Y bailando con la soledad, hasta que uno de los dos se canse y dispare.

Lo peor. Que además de a ellos tengo que soportarme a mí.

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