Entra la luna a matar,
acomodando caminos,
cortando rejas de espino,
parándose a descansar.
Con su noche y su armonía,
con su locura y tristeza,
con sus ratos de cerveza,
y sus penas y alegría.
Con su silencio que grita,
que le da igual el planeta,
que hasta acabar majareta,
pruebe, alucine y repita.
Con las venas congeladas,
con la vida hecha pedazos
y una ansiedad entre brazos,
que revienta a puñaladas.
Con frío pero caliente,
temerario y muy seguro,
ya cansado y con futuro,
aunque con poco presente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario