Y he vuelto a la nada,
a caer.
La tersa mirada
del querer
tiñe tu llanto.
Y otra madrugada
sin tu ser
llena de espanto,
araña mi espalda,
y sangro y vuelvo a arder.
Ya merecí mi castigo,
ya lo asumí a hierro.
Ya busqué un mejor abrigo,
y ahora, en el destierro...
Miro todo desde arriba,
como danzáis, inmaduros,
secos papeles al viento.
Y mi flaco cuerpo esquiva,
vuestros corrales oscuros,
aunque me parece lento...
El vaivén de tu mirada,
y como dice “sí, miento".
Ya no sirven para nada
tus preciosos sentimientos;
en este triste momento
la vida no da coartada,
y ni yo tendré una amada
ni tú tendrás “me arrepientos"
ya no sirven para nada,
ni mi fe ni mis “lo siento".
La moneda cayó por el lado de la soledad y hay que asumirlo. Mañana seremos felices.
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