viernes, 21 de octubre de 2016

Con el demonio en la sien.

Mirándome, lame su comida. Mientras yo lío, el resto de la calle me ignora, salvo el gato. Sus ojos fijos en mi ansiedad; la admiran como a un dios, que me tiene sometido a su voluntad, sus pinchazos y pesadillas.

Casi no puedo respirar, casi no puedo pensar, estoy en medio de nada, tosiendo, de pie todavía, ¿Por qué? Ni idea. Pero cada embestida duele más, el viento frío hace sangrar millones de heridas en la cara. Pero claro, nadie puede verlas, no existirán.

Hoy él me ha visto, humano, sangrando. Es penoso que solo un gato pueda verme más yo que nunca, pero es lo que hay.

Realmente agradezco mucho haber conocido al gato increíblemente amaestrado; espero volver a verle, y a su dueño, tenía al diablo en la sien y creo que no vivirá mucho.

Ya estoy cansado, llevo demasiado tiempo sangrando más de lo que puedo.

Estoy muy harto, disculpen las molestias.

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