domingo, 12 de abril de 2015

Murió. Como mi alma.

Y con la navaja afilada a la que aspiro y nunca tendré rajo el cuello de mi existencia.
Viendo como salta la sangre, saltan las veces que erróneamente he pensado que mi vida valía.
Cada vez que creía que iba a salir bien.
Y no salió.
Cada vez que sonreí, cada mentira.

Cada vez que moría. Cada domingo.

Cada tacón en mi pecho. Cada tú.

Cada lágrima que se cae. Cada nada.

Cada deseo. Cada imposible.

Cada droga. Cada paréntesis entre el dolor.

Cada muerte. Cada mi vida.

Cada tristeza. Cada día.

Cada paso. Cada error.

Cada hasta luego. Cada adiós.

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