Ando buscando minutos,
en los que mueran espinas,
de cerrar bien las cortinas,
de hilar con puntadas finas
corazones diminutos.
De ceniza muerta y seca,
que no quieren más vendetta.
Buscan unas manos suaves,
que sean más suaves que el viento,
y en continuo movimiento,
me besen cuando yo miento,
y recuerden los portales.
Que dejamos sin ventanas,
alguna que otra mañana,
que no había gana de cama,
pero sí de ya lejanas,
horas muertas pero sanas
horas de silencio y rama.
Sintiéndome en bancarrota,
de todo menos vacío,
vuelvo siempre a nuestro río,
corrupto en el que no flotan
ya nuestras manías amargas,
ni nuestras mañanas largas,
de rama y silencio,
de ramo y silencia,
noches que sentencio,
días de abstinencia
de ti y tus huesos,
de todos tus besos.
Y morimos solos.
"No se conocen manos tan suaves que puedan acariciar un corazón de ceniza, que puedan estrangular y que parezca un abrazo."
"Yo sólo busco viento en la cara, de ese fresco, del que te despeja la mente, del metafórico."
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