sábado, 13 de junio de 2015

Al vacío.

Me vuelvo a sentar entre las rocas de un blanco intenso.
Y espero y espero, siempre que venga otro descenso.

Pero en ésta playa ya no hay bajadas,
ya no hay caídas,
hace tiempo se acabaron las paradas,
no hay salidas.

Hace tiempo mi cabeza
destrozada, ya no reza.
Hace tiempo que mi mente
ya no es cuerda ni consciente.

Pisando la negra arena
por no sentir, ya ni pena
de la ajena, que sentía,
por volver a ésta bahía
cada vez que sin estarlo
me siento otra vez sólo;
cada vez que al intentarlo,
sin conseguir darlo todo.

E intentar abrir ventanas,
a quien pueda o quiera entrar
y al ver que es que nadie quiere,
poco a poco mi fe muere.
Y exigentes aduanas
construyo para en mí entrar.

Pero soy como un garito,
cutre, frío y desolado
sin nadie que haya pagado,
nada nunca por entrar;
y ni por curiosidad
se ha asomado ni un poquito,
nadie nunca por mirar.

Y aquí sigo, el mundo es mi playa de arena negra; las personas que me rodean son esas estrellas que miro, solo miro y no me acerco, que si las estrellas no bajan a hablar conmigo será por algo.

La  arena negra  es mi asiento,
mi escudero siempre el viento
ya que nadie aguantaría.

El vivir con mi pellejo,
el aguantarme hasta viejo,
en compartir mi agonía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario