lunes, 15 de junio de 2015

Revolution 9.

Qué canción.

Todo es subjetivo.  Todo.

Una estatuilla de Óscar seguramente no sería nada para un niño africano, con sed, con calor, con malaria.

Y otros matarían por ella.

Revolution 9 no es una canción,
es un mensaje.
No necesito nada y nada me necesita al mismo tiempo que necesito ayuda con absolutamente todo y todo necesita de mi ayuda.
Es el perfecto equilibrio entre una mente enferma y el caos en el que reside la paz.

El beso bajo la lluvia.

El amor de dos soldados enemigos.

Mi rechazo a todo lo que se acerca y de manera sangrante; y por otro lado todas mis peticiones de auxilio, mis llamadas de socorro que nunca tienen socorrista.

El karma de Chapman y el del Joker alrededor de mí, orbitando.

¿Soy igual que ellos?

Maquillan la soledad con un pincel de locura, y no queda mal.
Excéntrico, solitario, malhumorado, deprimido.
Soy un asesino nato.

Pero no soy un asesino.

Pienso que dentro del caos hay que construir.
El caos siempre ha sido mi mente.

Nada de esto tiene ningún sentido si no eres yo.

Estás leyendo lo que siente alguien al hacer algo.

Acaba de sonar el Right.

Paul is dead.
Como Lennon.
Como yo.
Como todos.

No sé si darle un sentido a esto, creo que no lo tiene. No creo que nadie lo lea. Y si sí, no lo entenderá.

No entenderá que siempre sea otoño, que se me sigan cayendo hojas.
Cuando hace mucho que no quedan hojas.

No entenderá, como yo tampoco entiendo por qué un alcohólico que no tiene nada quiere curarse.

No entiendo la fe.
Pero la sigo cumpliendo.

No puedo decir lo mismo de la ley.
Pero a quién le importa.
A mí me importa.

A mí no me importo, pero me importa no importarle a nadie.
Pero a quién le importa.

A nadie.
Por eso algún día dejaré de cumplir la fe.
Por eso algún día seré Chapman.

Pero yo no odio a Lennon, me odio a mí.

Se acabó la canción.
Se acabó la paranoia.

Lo aquí escrito queda aquí, para que nadie lo lea.
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

15615M.

No hay comentarios:

Publicar un comentario