miércoles, 27 de julio de 2016

Noche.

Noche me estaba mirando, se lamía, me miraba, se volvía a lamer, y yo fumaba y miraba el cielo como esperando una respuesta; como si todo lo que he querido siempre fuese a caer de las estrellas.

Las estrellas me miraban también, y la luna, triste y en calma, estaba feliz de habernos robado unas horas al sol. Cada vez menos personas le recitan a la luna, y se siente sola, abandonada, en quiebra de poesía.

Noche vuelve conmigo para ser mi musa; y tengo que ser sincero, nunca tuve una con unos ojos tan bonitos. El verde se funde con el blanco lunar en sus ojos, que me miran cuando no están mirando la luna.
Nunca he sabido bien por qué será tan hipnótico este cielo, o por qué busco respuestas en bolas de fuego que ya están apagadas.

Tampoco sé qué está haciendo Noche y busco sus ojos, que miran a una esquina, tranquilos.

Oigo la noche y me cuesta seguir nervioso, Noche y yo hemos sobrevivido a lo peor, a nosotros mismos.
Hemos sobrevivido a tanto tiempo estando solos que ya es costumbre este temblor por la noche.

Temblor que ahora se evapora y ya, no siento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario