sábado, 9 de julio de 2016

Soneto creciente.

La luna se desnuda hoy en mi almohada,
y sobre mi escritorio manuscritos
con ella como musa, son escritos
cuando se tercia gris nuestra mirada.

Hoy dudo que tengamos madrugada;
después de tanto sudor entre gritos,
después de que todos nuestros delitos
empiecen, como todo, a no ser nada.

Y despierto de golpe, un sudor frío,
me acompaña, no lo hace mi musa.
Vuelvo a dormir esperando al rocío.

Y mientras, bella luna intrusa,
disfruta viendo cómo en sueños río,
cómo, solo en sueños, de ella me fío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario