martes, 8 de marzo de 2016

Camino al cielo. (Prólogo)

Pocas historias de amor son felices; todo lo que termina, termina mal, dicen; y así, ¿Quién le pondría esperanzas al amor?
Hay dos respuestas, la primera junta a casi todas las personas que habitan la tierra, son los simples que dictan lo que es amor cuando ni lo saben, que tienen una persona al lado a la que usar de saco de boxeo, pañuelo y consolador, y que son usados por esa persona al mismo tiempo y para lo mismo, y creen que están enamorados porque así están mejor que solos, sentimientos que a la larga se convierten en una obsesión insana que no les permite aguantarse a sí mismos; al menos no solos.
La segunda respuesta son los locos, no penséis mal, no son psicópatas, (no todos), ni locos de verdad, pero saben que el amor no son decir "te amo" y ramos de flores, ni collares ni anillos, saben que el amor si existe dura los segundos que te pierdes en los ojos de otra persona y olvidas todas las guerras.

En esta segunda opción de amor no sobran los soldados dispuestos a querer de verdad, ya que es tan placentero como peligroso, pero supongo que aunque cada vez menos, sigue habiendo; por lo tanto hay esperanza.

Ahora, y hasta aquí el prólogo de algo que acaba de nacer, que no sé cuánto durará, y que no sé ni qué forma tiene todavía; pero que alguna tendrá.

"Hoy voy a escribir un cuento sobre rotos corazones,
tirando de algún recuerdo y de malas decisiones...
Y no importan las figuras, siempre seremos tú y yo,
y aunque esto es una tortura, necesito vomitarla,
para curarme el amor."

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