Con la espalda ensangrentada
sigo esquivando balazos,
abrazándome a la calle
sin esperar sus abrazos.
Es que no sabes querer;
dijo la sartén al cazo.
Esto de amar con mentiras
resulta ser un coñazo.
Y el suelo de piedra mejor cama que tu vientre,
algún grito afónico mejor que tu susurro;
mira, ya me aburro de tanta sangre caliente
si prefiero sangre fría siempre que me escurro.
Oye, por mucho que busco
ya casi no queda nada,
cuatro sílabas partidas
y lo que deja el azar.
Ahora dame ese pedrusco,
que ha llegado la manada,
ya no quedan más salidas,
llora y siéntate a rezar.
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