sábado, 8 de noviembre de 2014

Reflexiones.

Y es que a lo mejor el sol nos deslumbra sólo para que dejemos de ver tan bonita la luna.

¿A quién no le gusta la luna? Pero el sol es otra cosa. Nadie se esfuerza en mirarlo, porque no se puede mirarlo.
Él no puede brillar menos porque él es así, brilla lo que tiene que brillar, desde que existe.

Y todos los que dicen que en realidad el sol busca a la luna y la luna al sol porque quieren estar juntos, a esos yo les trato de ingenuos.

Entre ellos no hay amor. Sólo una envidia enorme por parte del sol, y una prepotencia enorme de la luna que seguirá así hasta que el sol se canse, cuando se canse se apagará.
Y cuando el sol se apague a nosotros ya no nos quedará nada.

Así cavamos nuestra propia tumba. Sin hacer caso a lo que nos da vida y poniendo por delante un absurdo satélite presumido.

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