jueves, 13 de noviembre de 2014

Se acabó.

Todo muere.
Todo.
Lo que dura unos días, así como el mundo, el universo, nada es para siempre. Y esa es la ilusión humana del "para siempre" al igual que el amor o el dolor, ilusiones tan irreales como absurdas, y tan absurdas como necesarias.
Y quizá sea el invierno, que despierta lo peor de mí. Pero ahora en mi opinión todo está acabando, hasta lo que no ha empezado. Y esos son los peores finales.

Y otra razón para no creer en ningún Dios. Que nos lo dé todo para luego quitarnos eso mismo, o que nos quite lo poco que nos da.
Ya sólo cabe pensar que si existe algún Dios es un ser aburrido, que juega con nosotros como quien ve saw.
El que mira y se ríe del sufrimiento humano, un loco...

Loco, bueno, puede que nos crease a su imagen y semejanza.

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