Cuanto más vivo,
yo más escribo;
cuanto más veo,
sin ver lo feo,
más sobrevivo.
Cuanto más corro,
yo peor respiro.
Cuando me corro
y me fumo un porro,
mejor suspiro.
Cuanto más beso,
yo más sonrío.
Cuanto más preso
soy de tu río;
de entre tus piernas
siempre me fío,
y aunque me enfermas
no quedo frío.
Cuanto más trago,
yo más vomito;
cuando me cago
en el dios bendito.
Cuando blasfemo,
que ya es costumbre
mi alma la quemo,
toda a la lumbre.
Cuando te canto,
tú me haces fuerte;
llora hasta el llanto,
mato a la muerte;
me follo al santo
y dejo a su suerte
todo su espanto,
cuando despierte.
Cuando me empiece a preocupar,
por intentar aparentar.
Por dios, matadme a navaja,
da igual lo hondo de la raja.
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