Y miro otra vez el cielo
del color de tus ojitos.
Y escucho otra vez tus gritos;
siempre vivos, siempre a pelo.
Imagina que tu vida
está a la mitad partida
y no puedes ni quejarte.
Siempre con copas de más,
sin saber ni donde estás
ni qué es delirio y qué es arte.
Y quejarte, ya no te sirve de nada,
aún te recuerdo sentada,
y llorando, susurrando,
nuestra última madrugada...
Y desde entonces no ando.
Y no estés equivocado,
todavía muevo los pies
pero mi espíritu calla.
Y me paro en cada valla,
mi corazón reventado
y su latido al revés.
Ese es mi noche a noche,
cartón, papela, derroche,
y a ver si el pulmón aguanta.
Volved dentro de unos años
a ver si aguanté los daños,
y mi rota lengua aún canta.
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