viernes, 11 de noviembre de 2016

Laberinto de cemento.

Hay tantas balas escondidas tras esas miradas,
malas lenguas oxidadas,
que susurran sus poesías,
me narran sus travesías
en salvajes madrugadas.

Y otra vez que por la noche se me tuercen las pisadas,
y mis lágrimas saladas
surcan mis poros malditos
ignorando vuestros gritos
pidiéndome más coartadas.

Otra vez, lloro, encerrado,
sabiendo que aunque despierte
nada de esto ha sido un sueño.

Que todo yo me he apagado
y si no caigo en la muerte
es que no le pone empeño.

Y la oscura calavera,
luce una mueca sabiendo
que aunque yo siga corriendo
me ganará la carrera.

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