Es el frío
dolor de invierno,
el hastío
del infierno.
En el que me encierro,
cada vez que miro,
tu corazón de hierro,
y cuando tiro
las piedras en tu ventana.
Ninguna cabeza sana,
seguiría por mi camino.
Pero es que del desatino,
soy el rey en éste mundo.
Y me fundo,
con mi memoria en el nodo.
Sé que lo destrozo todo,
ya veré si entre mi lodo,
a ver si cundo.
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